martes, 15 de julio de 2008

dale luz al instante

Dale luz al instante

Lleno mi diafragma de aire, luego los pulmones, luego lo exhalo. Es momento de salir y dar una parte del mundo a mi propia esencia. Ajusto la música y de nuevo el artaud . Mis oídos han perdido ya desde hace bastante tiempo el miedo a reventar por el sonido, cosa que hace que el caminar sea lo mas ligero, precioso y certero para inducirte a un trance. Imágenes vanas de películas y estar conciente que vas en el foco principal. Foco sin vanidad, el foco del alma. 

Arribo al moderno (convirtiéndose en viejo según el punto de vista de un estúpido sistema sin coherencia) edificio tecnológico que aún conserva la mas pura esencia en varias partes de su locación. Árboles infinitos, árboles sabios e iluminados esperan durante años la llegada de su paz creando una propia. Una preciosa y vacía calma que te regalan con solo sentirlos, con solo ser ellos por unos minutos. Es la rueda del dharma enseñando que todo es una sola cosa. Siempre están cerca de nosotros, los bhikkhus del viento, del verde puro. 

Me siento en el suelo, justo en la parte donde convergen dos grandes raíces de un ciprés extranjero traído hace mucho tiempo a esta especie de valle creado entre una calle y otra. Un espacio de alrededor de doscientos metros a cada lado y ancho para poder meditar y unirte en uno con el mundo. 

Intento alcanzar la posición medio loto y todo responde bien. Retiro mis tennis viejas y gastadas y apago mi cigarro. Conteo de respiraciones, patrones sin sermones. El viento empieza a cantarme como si en todo este tiempo me hubiera estado esperando. Mi mente empieza a carecer de pensamientos, dejo de ser aquel niño condenado por el mes de febrero. Perdonado por el viento, perdonado por su canto. Todo es sigiloso y sediento de paz. Algo suena a mi derecha y mi concentración rompe trayéndome de nuevo el dolor de la posición del equilibrio. Han pasado tan solo seis minutos.

Respiro y estiro mis pies, descalzos, desnudos. Vuelvo a los reinos del medio loto e inicio de nuevo. Conteo de respiraciones, en paz, certero. El dolor ha desaparecido, aquel dolor que no me deja dormir, aquel dolor que me pellizca desde niño. Ha sido rápido y todo fue el rastreo, rastreo de pensamientos, rastreo de vida. Encuentro lo insustancial de mis preocupaciones y las elimino con goces de sabiduría. Mi mente ahora es paralela al sol, infinitamente larga y mi cuerpo no responde. Es el primer momento enseñado, mostrado. La sensación es hermosa y logro estar plenamente en ella alrededor de varios siglos. Mi cuerpo realmente no es uniforme, y mi cabeza se dispara al cielo, paralela al brillo, al brillo infinito. Lo siento, lo soy. Los sonidos son certeros y mi mente adivina en cuestión de milisegundos cada cosa que produce ondas en el ambiente astral. Un don natural en el humano. Siento la paz la paz de vida. 

Así pasó el día, tranquilo y en paz. No mas gritos de inocencia, no mas lugar para el ansiar. 

¿Y si pudiera explicar como el camino de la vida me llevo de ahí a pintar cuerpos desnudos con rostros de dioses? Nunca podré saberlo y tu tampoco. Pintura en paredes de cuartos invadidos por el incienso y mantenidos en una constante marea por un gato. Indudablemente si supiera como las cosas se alinean por si solas sería otro dios más. Cada momento futuro es tan inesperado, tan efusivo. Tengo la certeza que nunca sabré vivo el patrón que manejan las cosas, solo sabiendo que siempre es hacina dentro, hacia lo puro. Agradezco porque eso es suficiente para caminar con mi maleta por todo el mundo.

No se puede describir todo siempre, la vida es infinita en su mismo presente y si nunca te alejas de él no habrá campo para la triste y ansiosa soledad. Porque al fin y al cabo la felicidad y la completa iluminación se alcanzan en tu propia paz. Pero que no me juzgue el camino, porque yo también amo y no puedo despertarme un día sin amar. Cuanto miedo y locura alberga mi corazón a veces. Cuanto falta por aprender.

Si es que esta vida es una locura. Me levantan siempre piedras en mi ventana porque el timbre perdió su batalla contra el tiempo y es la única forma de oír entre tanta música argentina de los años setenta. Y luego buses que te llevan al cielo y te bajan tan rápido como puedan sin dejarte nunca algo claro que pensar, a pesar de que has estado iluminado durante casi cuarenta y cinco minutos. Historias sin raciocinio en las madrugadas y pequeños buddhas escondidos entre la bruma. 

Jackets de cuero y gorros tejidos. Todo eso ahora se acercara un poco más porque la vida siente que necesito mas medicina, justo cuando me empezaba a sentir solo. La rueda del dharma gira enseñando que todo es una sola cosa. El conocer es un estado, no un pensamiento. Y conociendo lo que es un texto, me despido. 


Javier Arce, 15 julio del 2008, 11:45pm


viernes, 4 de julio de 2008

..diario de la otra galaxia...






Grabaciones caseras filmadas desde mi apartamento en cartago. Mezclado durante madrugadas.






Yendo de la cama al living- Charly García

Podés pasear en limousine
cortar las flores del jardín
podés cambiar el sol
y esconderte si no quieres verme.
Puedes ver amanecer
con caviar desde un hotel
y no tienes un poquito de amor para dar.
Yendo de la cama al living
sientes el encierro
yendo de la cama al living.
Podés saltar de un trampolín
batir un record en patín
podés hacer un gol,
podés llevar tu luna al cielo
puedes ser un gran campeón
jugar en la Selección
y no tienes un poquito de amor para dar.
Yendo de la cama al living
sientes el encierro
yendo de la cama al living.
Oh no no no
no hay ninguna vibración
aunque vives en el mundo de cine
no hay señales de algo que vive en mí.
Voy yendo de la cama al living
sientes el encierro
voy yendo de la cama al living.

jueves, 3 de julio de 2008

balada de jazz

Balada de Jazz


Control. El momento es denso y se respira. Sonidos oscuros y obsesivos son disparados de cada poro del instante. La inmensidad conspirando contra mi alma, mi existencia, dibuja llamaradas en el reflejo de la lluvia. Todo ocasionado por llamar a la puerta, por entender el presente. No soy mas que una copa de vino regada en el suelo. Las imágenes luchan contra mi y me muestran realidades; bendición a la visión. Los olores tornan todo el alrededor en una atmósfera de paz, paz inconsciente, paz divina. Y los sonidos cambian y varían como el viento viajando entre ciudades de humo, ciudades malditas. El sabor de la noche, lúcida y complacida con existir, con ver, con producir todas aquellas sensaciones posesivas y llevaderas que no paran de drenar el éxtasis.
Y esto es estar vivo.
Me doy cuenta entonces que aquel señor campante, que sonríe siempre en la esquina, sabe esta misma noche que le quedan dieciséis horas de vida. Horas campantes como el amo, el suicida. Manuel (indiferente es el saber), entrará en mi habitación en los próximos tres minutos y traerá consigo sus malditas horas de vida. Y el tiempo sigue, y ya son quince, doce.
Y el señor Manuel reniega la existencia, la extraña, la siente irse con sus sueños frustrados, la siente penetrar en el corazón de su mujer, la siente desvanecerse entre la niebla. ¿Y que hago yo por Manuel? , le ofrezco ponerse unos lentes de sol aunque sea pasado el atardecer, le invito a ponerse una ilusión de perecer brillando y le sugiero acostarse con una dama. Pero Manuel no escucha, Manuel se pierde.
Inesperadamente una balada de jazz empieza a sonar desde aquel aparato sony de larga existencia. Los bajos penetran en Manuel y lo hacen por un minuto olvidar el perecer. Pobre Manuel, aún siente el jazz como si fuera su aire, su musa cruel.
El reloj sigue y Manuel también. Y como si fuera poco mi cerebro decide desvanecer. La figura arrugada y afligida, y de pronto la sonrisa valiente pero pérdida. Todo esto en la cara de Manuel, el dulce ser Manuel. Que por fin encontró su limbo y ahora piensa en ser. Y es como el pájaro que le canta al sol, brillando, dulce luz en su piel. Ha logrado entender y empieza a florecer. Dicen que las cosas mueren naciendo, y lo dicen por algo, lo dicen de adentro.
Pero el tiempo es implacable y decide aparecer. Y es curioso porque sientes su presencia justo cuando los colores empiezan en su desvanecer. Me despido de él, lo abrazo y lo siento. Siento lejano ya su respiro. Cuando decido reaparecer en el mundo de los cuerdos llamo a Gabriel y lo invito a quemar el traje entero de Manuel. Inmediata su llegada iniciamos el rito, el infinito y despedimos a aquel hermoso ser.
A lo lejos, certera y precisa, la luna piensa en Manuel. La noche se convierte en él, y yo respiro la victoria de otro fiel. La celebración apenas comienza, ha acabado el ciclo de otro ser. Liberado, apasionado, así murió Manuel.
Libertad en el alma, libertad en la piel.





Javier Arce, julio 2008

miércoles, 2 de julio de 2008

...dos textos, pequeños y escurridisos




Té con spinetta



Abre abre rápido las puertas del saber. No se puede vagar con tan poca sinceridad bajo los rayos del sol. Hay que correr y entender el amor, porque una mujer no es superficie ni tampoco banalidad, el sexo enseña los misterios del azar. Tanta pureza ha de no ser dejada en el aire, tanta no puede ser tragada por el viento. Hay pronto también que correr por entender, que el mundo es un instante y que nada nunca será resuelto claramente con una moneda. Es entender que no estamos despiertos ni dormidos y las puertas por si solas se abrirán. Fe en el presente, fe en el olvido. Prometer ser parte de otros cuerpos, correr, tomar té con spinetta. Y si a lo lejos estallara el alba, sonreír sabiendo que el mundo algún precioso día , iría a colapsar. …….






Tiempo Ligero




Cantó entonces aquella codorniz,

preciosa y sigilosa.

Perdida en la gran nada gris

de una lejana rosa.




Mi corazón respira contra la tormenta,

despertando al sueño dicen por ahí.

Me vuelve loco y me revienta,

¿hasta cuando todo seguirá así?



Las luces dejaron de llover,

Mis pies paran pero nada para de girar.

Sembradíos de gente sin entender,

Tanta libertad encomendada al iluso azar.



Y la canción dice.

Y la canción repite:

“Se va el pasado,

se queda el presente”.




Siempre peregrinar.

Pensando solo en entender

y en alcanzar.

Amar el alba,

Sangrante y perdido.



Porque si el viento en un soplo te maldice,

no hay marcha atrás, solo queda esperar.

Esperar el momento,

el instante de volar.





Javier Arce , julio 2008