Siete momentos y cuarenta y ocho
Siete momentos
y cuarenta y ocho movimientos
para entender el juego
de ir poco a poco
perdiendo el corazón.
Un blues extranjero
y un guaro añejo
para olerle el sexo
al tiempo y entender
que aun sigue activo
a pesar de tanta historia
y tanta falta de revolución.
Un recuerdo tuyo
y un atardecer en Ventisqueros
para acordarme
que de vivo a muerto
la vida es un momento,
una carrera sin sentido,
un barco sin un puerto.
Que la vida es un pan casero,
una dulzaina y un acordeón,
una guitarra guzmán seduciendo al viento,
un campesino solo por el callejón.
Javier arce