lunes, 1 de marzo de 2010
Oda a Acquaforte
Oda a Acquaforte
La vida es una escultura ajena,
con alma de río,
que a veces vuelve polvo
el vestigio de la nostalgia.
Del saber o no saber
del sentir o no sentir.
De la paz o la violencia
del buscar y no encontrar.
Del salirse siempre
para tener que
volver a entrar.
Y cuando la noche cae pesada
la escultura se derrite
del frío que le da
esa absurda melancolía
de llegar y no alcanzar.
Que empieza
por que debe
y nunca quiere
terminar.
Y si a lo lejos huele a amor
que no sea de un arrepentido.
Porque las almas
nunca lloran
que la noche
cante un tango
y se comience
despacio a sedar.
Así es como andamos
los mancillados del corazón
hasta que un día
se nos alegra el alma
al encontrar
los rastros del sol
y nos enamoramos
de papeles,
de una mujer,
de empaparnos
en alcohol
y de correr,
correr
por este puto
mundo suicida.
Javier Arce
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