domingo, 4 de enero de 2009

so'ham

Hombre Triste




Un día caminé la arena
sin ver hacia atrás.
Me encontré solo,
dispuesto a volar.

Cansado del viaje
me senté a admirar
como el sol sangraba
su rostro en el mar.

Pasó el tiempo
y con el llegó un hombre.
Rostro quemado de tanto andar,
manos tatuadas manchadas del mal.

Su cuerpo se unió
a la blanca arena
y un cigarillo nos
dispusimos a fumar.

El sol no quería
parar de sangrar,
su rostro con lepra
aún flotaba en el mar.

Pasó el tiempo
y el hombre quiso hablar.
De su infinita tristeza
me empezó a contar.

Su historia maldita
de un pasado desigual.
Destruido por piedras,
por ganas de matar.

No sé como
los dos empezamos a llorar.
A destruir el destino
por su deseo de aniquilar.

Historias diferentes
unidas ahora por la paz.
La eterna lucha propia
de los seres con su ansiedad.

Cayó la oscuridad
y decidí marchar,
no sin antes
sus lagrimas secar.

El hombre triste
se empezó a alejar
dejando atrás auras
de sus ganas de amar.

De amarse a si mismo,
de amar sin dudar.
De encontrarle un sentido
a tanto clamar.

San Juan del Norte
lo espera al final.
El cementerio
y origen de su libertad.

El hombre triste,
el hombre del mar.
Orgullo de una tierra
de tanto pesar.








Luna de día



Luna de día,
esperando a su guía.
Triste, sola, perdida,
así vagas sus días
la luna aturdida.

De pronto cae la noche,
no sin antes ver,
la sangre del sol
manchar el atardecer.

Como manchas de vino buscando placer,
cuando la luna reposa el día
descansa su alma y
despliega los mapas de todas sus vidas.

Es ahí donde ya no hay lucha.
Lucha contra su naturaleza,
lucha siempre perdida.
El origen de la resignación a brillar.


Cuando la penumbra
Se transforma en abrigo.
Luna de día
extinguiendo tristezas.







javier arce

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